domingo, 17 de mayo de 2015

8 cosas que la gente feliz hace, pero no dice

Seguramente muchos de ustedes se han preguntado qué hacen las personas que son felices. Aquí te explicamos cuáles son los secretos de la gente que es verdaderamente feliz. Esto es lo que ellos hacen para sacarle el máximo provecho posible a sus vidas:

1. Dan antes de recibir

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Enfocarse solo en hacer dinero es un camino rápido a la infelicidad. De hecho, en estudios sobre la felicidad, investigadores han descubierto que una vez que satisfaces tus necesidades monetarias el dinero no te hace más feliz. Si ayudas a los demás, no sentirás que estás acaparando cosas materiales de manera innecesaria, sino que estarás contribuyendo a un mundo mejor. 

2. Evitan el drama

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La gente feliz se ocupa de sus propios asuntos. Mientras que otros se ven atrapados en relaciones ajenas o se molestan por cosas que alguien le dijo a otra persona, la gente feliz prefiere enfocarse sobre las cosas que pueden controlar. Enfocarte más en tu vida que en la ajena y dejar que los demás vivan la suya es una fórmula sencilla para aumentar la felicidad en tu vida.

3. Son agradecidos

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La gente feliz siempre está agradecida por las cosas que tienen. No pasan todo el tiempo deseando las cosas que los demás tienen o soñando con una vida mejor. En vez de eso, se toman un tiempo todos los días para apreciar las cosas que sí tienen en su vida y sentirse agradecidos por ellas.

4. Ven el lado bueno de las cosas

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La mayoría de las personas realmente felices no se ven muy afectadas cuando atraviesan por situaciones difíciles. Lamentarse e imaginarse los peores escenarios posibles es lo que hacen muchos cuando les va mal, pero si de verdad quieres ser feliz, debes empezar a tener fe en que las cosas van a cambiar para bien.Mantén tu perspectiva y ten en mente siempre que, sin importar lo que pase, puedes recuperarte.

5. Valoran a las personas

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Ma Vie
La gente feliz se enfoca en tener tiempo para sus relaciones personales. No viven pensando en tener dinero porque piensan que no tendrán muchas cosas que recordar si lo único que hicieron fue trabajar. Los momentos que se atesoran son esos especiales que compartes con tu familia y amigos. Poner a tus seres queridos por encima del dinero es una poderosa herramienta para alcanzar la felicidad. 

6. Tienen diversos intereses

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La gente feliz no deja que solo un aspecto de su vida les defina. Tienen una carrera y un empleo que disfrutan, tienen hobbies y también aman aprender cosas y crecer como individuos. Debido a sus múltiples intereses, no se abruman cuando algo en sus vidas sale mal. Si su pareja los deja, pueden refugiarse en tener una carrera que disfruten ejercer. Si se lesionan y no pueden practicar su deporte favorito por un tiempo, tienen amigos para salir a divertirse. No depositar todas tus esperanzas en una sola cosa, actividad o persona es esencial para ser feliz.

7. No se enfocan en los bienes materiales

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Mientras algunos piensan que comprar es una gran forma de aliviar estrés, otros prefieren darle más valor a las experiencias que a las cosas materiales. Tendrás historias más emocionantes si te anotas en clases para aprender a bailar que comprando una camiseta.

8. Persiguen aquello que les apasiona

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La gente feliz se deja llevar por su pasión. Si se levantan y se dan cuenta que son infelices en su trabajo, no sienten miedo de dejarlo e irse a buscar algo que los haga sentir satisfechos. Hacer esto puede ser peligroso, porque puede llevar a un gran fracaso. Pero la gente feliz no se frena por el miedo, siempre persiguen y buscan cumplir sus sueños y metas.

Los Amigos No Duran Para Siempre, Es La Cruda Realidad

Los Amigos No Duran Para Siempre Codigo Nuevo
La vida es un viaje, así como las personas con quienes nos cruzamos, nuestros compañeros en el camino. Algunos nos escoltan desde el principio; con otros, apenas intercambiamos unas breves palabras; pero los hay que están ahí durante mucho tiempo, y disfrutamos de su compañía. Sin embargo, ni siquiera ellos nos acompañarán durante todo el trayecto. Ni siquiera los amigos duran para siempre.
Hablábamos hace poco del miedo a estar solo. Afortunadamente, nos rodean otras personas desde el momento en que venimos al mundo, pero ellos, nuestra familia, por más que nos quieran y nos deseen lo mejor, no dejan de ser algo impuesto.
En familia aprendemos a convivir, a amar y a pensar, pero gran parte del cariño que se les profesa no se debe a los lazos de sangre, sino a la costumbre. Han estado ahí desde que nacimos y su compañía es tan natural como inevitable.
Los amigos son diferentes porque a ellos sí que los elegimos (y ellos nos eligen a nosotros). No compartes tu tiempo con un amigo por costumbre ni porque las circunstancias te aboquen a ello; se comparte el tiempo con los amigos porque con ellos se tienen en común unas características, unas ambiciones, una visión del mundo. Algo, sea lo que sea, que nos une de una forma más estrecha que el parentesco más arraigado.
No obstante, tampoco estos lazos son eternos. Los humanos no somos seres monolíticos. Con el paso de los años, aprendemos, crecemos y maduramos. En pocas palabras, cambiamos. Y, dado que el ritmo y la naturaleza de los cambios es única para cada persona, no resulta sorprendente que nuestros caminos se separen tarde o temprano.
Es algo natural: al terminar los estudios, algunas amistades mueren, otras se enfrían y unas pocas se mantienen. Y llegarán otras, de forma gradual o inesperada, y también estas evolucionarán con el tiempo. No hay nada triste en ello; si cabe, incluso podría decirse que es motivo de orgullo porque sabes que has formado parte del pasado de esa persona, de la huella emocional que, en mayor o menor grado, ha forjado su forma de ser. Exactamente igual que ella o él habrá hecho contigo.
Empeñarse en conservar una relación a la que le ha llegado la hora tiene mucho de egoísmo. A veces, llega un punto en que te juntas con esa persona porque es lo habitual, por costumbre. Probablemente te hayas parado a pensar en ello pero sigues quedando con ella. Cuando eso ocurra, sabrás que habéis empezado a matar el tiempo en vez de vivirlo, que es lo que hacen los verdaderos amigos.
Por eso, deja que cada cual se baje en su estación. Otros subirán al tren, así que el vagón de la vida nunca estará vacío. Y, en cualquier caso, los recuerdos siempre llenarán ese asiento en tu corazón.
Crédito de la imagen: ignant.de               Crédito de la música: Bob Dylan

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